El río rebosaba energía cósmica al atardecer. El terraplanismo había llegado a Barcelona.
—El mundo es más plano por el centro y luego por los lados se va arqueando —explicaba un hombre sesentón con camisa hawaiana y un cigarro entre los labios—, como un montículo. —A su alrededor se había formado un corrillo de mujeres ataviadas con blusas blancas de algodón y vestidos con estampados orientales.
El encuentro era para todos los públicos, desde adultos hippies con tatuajes místicos a grupos de adolescentes, pasando por familias con niños pequeños y unos cuantos perros. Había sandalias, pies descalzos, espardeñas, túnicas lapislázuli, bicis y patinetes eléctricos, lemas de Pachamama Flat o Universal Lie y burbujitas de jabón. Se oían guitarras, maracas, percusiones, hip hop antisistema en catalán y castellano, un clarinete, violines, conchas repicadas y hasta un cuenco tibetano de cuarzo. Apestaba a cerveza, porros y fobia a la ducha.

Los infiltrados sacamos un pareo y nos sentamos en el césped como los demás. No convenía llamar la atención, aunque para ello hubiera que contener alguna que otra carcajada. La prensa no era bienvenida en aquel cónclave, y menos la que se apellida Global.
En las conferencias, se pronunciaron ataques a la televisión por su falta de ética y agradecimientos a los periódicos por la publicidad que hacen a su corriente con sus críticas “tan mal” hechas.
Pero hay un colectivo al que los activistas de la ignorancia odian más que a los periodistas. Al contrario que otros movimientos esotéricos, el terraplanismo destaca por su desprecio hacia los científicos, pues su supervivencia depende del veto al conocimiento.

Entre los farsantes e impostores que un submundo de borregos ha elevado a eminencias destaca el charlatán argentino Iru Landucci, un cabecilla de las mentes planas conocido por difundir imágenes trucadas en las que trata de allanar la Tierra. El supuesto investigador, al que no se le conoce formación, se dio un baño de masas haciéndose fotos con sus fans e intentó ridiculizar a los verdaderos científicos, a quienes tachó de “psicóticos”.
El líder conspiracionista, que se presenta como un perseguido por las élites y la censura, no aportó pruebas de que nuestro planeta sea bidimensional, aunque prometió que las nuevas tecnologías traerán evidencias de ello. Aseguró que los que tienen que demostrar que la Tierra es esférica y giratoria son los terraglobistas, como si ello no estuviera sobradamente corroborado.

Otro de los protagonistas fue el exfutbolista terraplanista Javi Poves, que chutó un globo terráqueo. También habló de su equipo frustrado, el Flat Earth FC, que se encuentra en coma hasta que su creador dé con “dos o tres millones de euros”.
También presente estaba el Basket Flat Earth de Málaga, el primer equipo español de baloncesto terraplanista, que vendía camisetas para evitar sufrir el mismo destino que el club de fútbol.
Las charlas insultaron de todas las maneras posibles a la intelectualidad de los asistentes, 500 personas que acudieron de forma presencial y otras 1.300 que se unieron telemáticamente desde todo el globo. Se mezclaron conceptos como la agenda 2030, el espíritu del cielo, la quinta esencia, la homeopatía, la proporción áurea, la astrología, el negacionismo de los viajes al espacio y de las imágenes de la Nasa, las supuestas mentiras de la física, la salud desde la parte emocional y holística y la simplicidad de la cosmología antigua.

Los discursos simplistas para un público al que se toma por simple fueron predominantes, así como la manía persecutoria y conspiranoica. A cambio de un pedazo de la verdad, los feligreses de la secta coronan a sus amos con atención, fidelidad y llenando el cepillo.
El evento recaudó más de 8.500 euros solo con las entradas, aunque se ha mantenido en secreto cuál es el reparto entre la organización y el anfitrión, Cinesa. A ello hay que añadir las donaciones por Bizum ofrendadas a través de YouTube, las camisetas de baloncesto a diez euros y los packs de 35 euros, que incluían camiseta, adhesivos y otros abalorios. La ignorancia se paga cara.